Ética en los amarres de amor: evitando el mal karma
enero 19, 2025
Cómo un hogar roto encontró el camino hacia la reconciliación y el amor verdadero gracias a la ayuda de Mariela Gauna.
Siempre supe que nuestra relación era diferente, especial. Cuando la conocí, sentí que todo lo que había soñado en una pareja se hacía realidad. Nos complementábamos de una manera que parecía única, y juntas decidimos dar el paso más grande de nuestras vidas: formar una familia.
El proceso de convertirnos en madres no fue fácil. Tuvimos que enfrentar prejuicios, obstáculos legales y hasta cuestionamientos de personas cercanas. Pero nada nos detuvo. Cuando finalmente nuestro hijo llegó a nuestras vidas, todo tuvo sentido. Ser madres nos unió aún más y nos dio un propósito más grande que cualquier otra cosa.
Durante casi tres años, vivimos momentos de felicidad absoluta. Ver crecer a nuestro hijo, enseñarle sus primeras palabras y acompañarlo en sus primeros pasos fue mágico. Sin embargo, con el tiempo, algo comenzó a cambiar en nuestra relación.
Una noche, después de poner a nuestro hijo a dormir, ella me dijo que necesitaba hablar conmigo. En su rostro podía ver que algo no estaba bien. Con un tono frío y distante, me confesó que sentía que ya no estaba enamorada de mí, que había conocido a alguien más y que necesitaba «explorar esos sentimientos».
Mi mundo se desmoronó en ese instante. No podía creer que la mujer con la que había construido mi hogar, con quien compartía el amor por nuestro hijo, estuviera dispuesta a dejarlo todo por alguien más. A pesar de mis intentos por convencerla de que podíamos superar cualquier cosa juntas, se fue.
Me quedé sola con nuestro hijo, enfrentando preguntas que no podía responder. ¿Por qué? ¿Cómo alguien puede abandonar a su familia de esa manera? El dolor era insoportable, pero lo peor era ver a mi hijo preguntar por ella y no saber qué decirle.
Durante semanas, intenté recuperarla. Le escribí cartas, le envié fotos de los momentos que nos habíamos perdido juntas, le recordé todas las promesas que habíamos hecho. Pero ella parecía decidida a seguir adelante con esa nueva persona.
Fue entonces cuando descubrí la verdad: esa tercera persona no buscaba nada serio. Había jugado con sus emociones, haciéndole creer que podría ofrecerle algo mejor, cuando en realidad solo estaba interesada en la emoción del momento, sin importar el daño que causaba.
A pesar de esto, mi pareja seguía atrapada en esa ilusión. Me sentí impotente, como si nada de lo que hiciera pudiera hacerla ver la realidad.
Fue en ese momento de desesperación cuando una amiga me habló de Mariela Gauna. Ella había pasado por una experiencia similar y me aseguró que Mariela no solo había salvado su relación, sino que la había ayudado a sanar y a crecer como persona.
Aunque al principio era escéptica, decidí contactarla. No tenía nada que perder y todo que ganar. Desde el primer momento, Mariela me dio esperanza. Me escuchó con paciencia y me explicó que, aunque la situación era complicada, el amor verdadero siempre tiene una oportunidad, si ambas partes están dispuestas a reconectar.
Lo que más me impresionó de Mariela fue su enfoque ético. Me dejó claro que no trabaja para manipular sentimientos ni para obligar a nadie a regresar, sino para equilibrar las energías de la relación y ayudar a las personas a tomar decisiones desde un lugar de claridad y amor verdadero.
Me explicó que su trabajo se centraría en ayudar a mi pareja a ver con claridad lo que realmente estaba en juego: nuestra familia, nuestro hogar, y el amor que alguna vez compartimos. También trabajaría conmigo para fortalecer mi energía emocional y prepararme para lo que viniera.
Durante las semanas siguientes, comenzaron a ocurrir pequeños cambios. Primero, mi pareja empezó a escribir mensajes para saber cómo estaba nuestro hijo. Luego, poco a poco, esos mensajes incluyeron preguntas sobre mí, sobre cómo me sentía.
Finalmente, llegó el día en que me pidió vernos para hablar. Cuando nos encontramos, vi en su rostro algo que no había visto en meses: arrepentimiento. Me confesó que había estado equivocada, que se había dejado llevar por una ilusión vacía y que, al alejarse, había comprendido cuánto significábamos para ella nuestro hijo y yo.
Decidir darle una segunda oportunidad no fue fácil. Quería estar segura de que su regreso era genuino, que no era solo por el arrepentimiento, sino porque realmente quería reconstruir nuestra familia. Gracias al trabajo de Mariela, pude sentir que sus palabras eran sinceras.
Comenzamos de nuevo, paso a paso, reconstruyendo la confianza que se había perdido. Lo más importante fue que ambos entendimos el valor de nuestra familia y lo frágil que puede ser el amor si no se cuida y se protege.
Hoy, volvimos a ser las madres que siempre soñamos ser. Nuestro hijo crece en un hogar lleno de amor, y cada día agradezco la segunda oportunidad que nos dimos, gracias a la ayuda de Mariela Gauna.
No tengo palabras para expresar mi gratitud hacia Mariela Gauna. Su trabajo no solo nos ayudó a recuperar nuestra relación, sino que también me enseñó a valorar mi fortaleza y a nunca rendirme por aquello que vale la pena.
Si estás enfrentando una situación similar, te recomiendo de corazón que busques su ayuda. Puedes encontrarla en sus plataformas:
Página web oficial: marielagauna.com
Instagram: Descubre contenido exclusivo y actualizaciones en tiempo real.
Facebook: Conéctate con una comunidad activa y participa en debates sobre esoterismo.
Twitter: Mantente al día con sus reflexiones y consejos.
Pinterest: Encuentra inspiración y conocimiento sobre rituales y magia.
TikTok: Aprende más sobre sus rituales y descubre casos de éxito en un formato dinámico.
Canal de YouTube: Disfruta de videos educativos, testimonios y transmisiones en vivo donde Mariela comparte su experiencia con miles de seguidores.
Esta experiencia me enseñó que el amor verdadero no se rompe tan fácilmente, pero necesita ser cuidado y protegido. Gracias a Mariela Gauna, pudimos sanar nuestras heridas, dejar atrás el pasado y construir un futuro más fuerte y lleno de amor.
Si alguna vez te encuentras en una situación en la que sientes que todo está perdido, recuerda que siempre hay una esperanza, y que el amor, cuando es auténtico, puede renacer.
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